domingo, 16 de enero de 2011

Bases Concurso Nacional De Pintura “Pintando Lota” 2011

La participación será libre, individual, directa e In-Situ para pintar el Domingo 30 de Enero de 2011, desde las 10:00 hasta las 19:00 horas, en la entrada del Parque de Lota.

Los participantes deberán presentarse ante la coordinación del concurso con sus materiales de trabajo e inscribirse al inicio de la jornada y timbrar sus obras al final de la misma, debiendo presentar un 30% como mínimo de avance de la obra.

Bases Concurso Nacional De Pintura “Pintando Lota” 2011 CONVOCATORIA: Con el propósito de estimular la creación en las Artes Visuales y contribuir a la declaración de Lota como Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco, se convoca al Concurso Nacional de Pintura In-Situ “Pintando Lota”, que se efectuarán el 30 de Enero de 2011. DE LOS PARTICIPANTES: Pueden participar artistas chilenos y extranjeros residentes en el país, todos mayores de 18 años. ”fullpost”"> texto secundario

TEMA:

El tema de la obras será la comuna de Lota con su circuito turístico, pasado histórico, sus paisajes, sitios patrimoniales y su gente.

SOPORTE Y TÉCNICA:

Se podrá emplear como soporte: tela, cartón, papel y/o madera que el artista estime adecuado para la realización de su obra.

Considerando técnicas de pintura al óleo, acrílico, acuarela, tinta y/o pastel, solas o en técnicas mixtas, o cualquier técnica experimental que predomine la pintura con un relieve hasta 1 cm.

FORMATO:

Su extensión no podrá exceder de 100×100 cm. ni ser inferiores a 70×70 cm. En caso de dípticos o polípticos, la suma de sus partes no deberá exceder las medidas señaladas.
El soporte podrá ser en sentido horizontal o vertical. El tamaño de las acuarelas y/o tintas no deberá ser inferior a 50×50 cm. excluyendo el ancho del montaje.

PRESENTACIÓN:

Cada concursante podrá participar con una obra, la que deberá entregarse lista para ser exhibida, con listones en sus bordes. En tanto las acuarelas y/o tintas, deberán ser entregadas con su respectivo paspartú con vidrio.

RECEPCIÓN DE OBRAS:

Las obras se recibirán en la I. Municipalidad de Lota, Pedro Aguirre Cerda 302 en Lota y en Concepción en la Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven Bío Bío, Colo Colo 1855, el Viernes 4 de Febrero de 2011, de 11:00 a 18:00 horas.

Todas las obras deberán ser embaladas debidamente con cartón u otro material.
Los organizadores no se responsabilizan por daños fortuitos o de otra índole que puedan sufrir las obras en las diferentes etapas del concurso.

JURADO:

Integrarán el Jurado tres personalidades relevantes del quehacer artístico nacional y regional. Actuará como ministro de fe, sin derecho a voto, un integrante del equipo de coordinación del concurso. En caso que por causa justificada o imprevista no se presentara algún integrante del Jurado en la fecha y hora de su constitución, la organización designará un reemplazante.

Integran el Jurado:
- Albino Echeverría, Pintor, Premio Regional de Arte 2004.
- Cristián Flores, Pintor y Profesor de Artes de Lota.
- José Balmes, Pintor chileno de origen español, Premio Nacional de Arte 1998.

El Jurado se reunirá el Lunes 7 de Febrero de 2011, a las 12:00 horas en Ex Hospital de Enacar, Lota Alto y ocupará el tiempo que estime conveniente para seleccionar y premiar las obras de este evento.

No se entregará información pública ni privada de las razones de las decisiones del Jurado, las que serán inapelables.

PREMIOS:

Se otorgarán los siguientes premios:
Primer Premio de Honor “Jaime Catalán Baldellón”. I. Municipalidad de Lota
$ 1.000.000.- (Un millón de pesos) Galvano y Diploma.
Segundo Premio de Honor
$ 500.000.- (Quinientos mil pesos) Galvano y Diploma.
Premio “Baldomero Lillo Figueroa” al Talento de Lota
$ 500.000.- (Quinientos mil pesos) Galvano y Diploma.
(Todos Premios de Adquisición).

Además el jurado seleccionará 30 mejores obras, que recibirán un Diploma y participarán en la exhibición itinerante.

Estos premios y distinciones serán entregados en una ceremonia oficial el Miércoles 9 de Febrero de 2011, a las 19:30 horas en el Parque de Lota, en la cual asistirán autoridades y participantes de este evento.

ENTREGA Y DEVOLUCIÓN DE LA OBRAS:

La totalidad de las obras no seleccionadas, ni premiadas serán devueltas en la I. Municipalidad de Lota, el Jueves 3 de Marzo de 2011, de 11:00 a 18:00 horas.

La Comisión Organizadora no se responsabiliza por las obras que no fueran retiradas en los plazos señalados.

Las obras seleccionadas permanecerán en poder de los organizadores hasta el 31 de Julio de 2011. Posteriormente las obras estarán a disposición de los participantes para su retiro, salvo las obras de adquisición.

OBSERVACIONES:
1.- La sola participación en el concurso implica la aceptación de sus bases.
2.- Aspectos técnicos y organizativos no previstos en estas bases serán resueltos por la coordinación.
3.- La Comisión Organizadora se reserva el derecho de reproducir y/o publicar para efectos informativos y promocionales, los originales de las obras seleccionadas o premiadas.
4.- Mayores informaciones pueden solicitarse en:
http://www.lota.cl/
http://www.pabellon83.cl/
Fonos: 2405072 o 2405070

ORGANIZA:
I. Municipalidad de Lota
PATROCINAN:
Centro Cultural Comunitario “Pabellón 83”
Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven Bío Bío
AUSPICIAN:
Lota Sorprendente
Centro de Contacto 24 Hrs. BancoEstado

Lota, Enero de 2011

lunes, 16 de julio de 2007

HOMBRE DE PLATA

texto inicial

ISABEL ALLENDE



El Juancho y su perra «Mariposa» hacían el camino de tres kilómetros a la escuela dos veces al día. Lloviera o nevara, hiciera frío o sol radiante, la pequeña figura de Juancho se recortaba en el camino con la «Mariposa» detrás. Juancho le había puesto ese nombre porque tenía unas grandes orejas voladoras que, miradas a contra luz, la hacían parecer una enorme y torpe mariposa morena. Y también por esa manía que tenía la perra de andar oliendo las flores como un insecto cualquiera.

La «Mariposa» acompañaba a su amo a la escuela, y se sentaba a esperar en la puerta hasta que sonara la campana. Cuando terminaba la clase y se abría la puerta, aparecía un tropel de niños desbandados como ganado despavorido, y la «Mariposa» se sacudía la modorra y comenzaba a buscar a su niño. Oliendo zapatos y piernas de escolares, daba al fin con su Juancho y entonces, moviendo la cola como un ventilador a retropropulsión, emprendía el camino de regreso.

Los días de invierno anochece muy temprano. Cuando hay nubes en la costa y el mar se pone negro, a las cinco de la tarde ya está casi oscuro. Ese era un día así: nublado, medio gris y medio frío, con la lluvia anunciándose y olas con espuma en la cresta.

—Mala se pone la cosa, Mariposa. Hay que apurarse o nos pesca el agua y se nos hace oscuro... A mí la noche por estas soledades me da miedo, Mariposa —decía Juancho, apurando el tranco con sus botas agujereadas y su poncho desteñido.

La perra estaba inquieta. Olía el aire y de repente se ponía a gemir despacito. Llevaba las orejas alertas y la cola tiesa.

—¿Qué te pasa? —le decía Juancho—. No te pongas a aullar, perra lesa, mira que vienen las ánimas a penar...
texto secundario

A la vuelta de la loma, cuando había que dejar la carretera y meterse por el sendero de tierra que llevaba cruzando los potreros hasta la casa, la Mariposa se puso insoportable, sentándose en el suelo a gemir como si le hubieran pisado la cola. Juancho era un niño campesino, y había aprendido desde niño a respetar los cambios de humor de los animales. Cuando vio la inquietud de su perra, se le pusieron los pelos de punta.

—¿Qué pasa, Mariposa? ¿Son bandidos o son aparecidos? Ay... ¡Tengo miedo, Mariposa!

El niño miraba a su alrededor asustado. No se veía a nadie. Potreros silenciosos en el gris espeso del atardecer invernal. El murmullo lejano del mar y esa soledad del campo chileno.

Temblando de miedo, pero apurado en vista que la noche se venía encima, Juancho echó a correr por el sendero, con el bolsón golpeándole las piernas y el poncho medio enredado. De mala gana, la Mariposa salió trotando detrás.

Y entonces, cuando iban llegando a la encina torcida, en la mitad del potrero grande, lo vieron.

Era un enorme plato metálico suspendido a dos metros del suelo, perfectamente inmóvil. No tenía puertas ni ventanas: solamente tres orificios brillantes que parecían focos, de donde salía un leve resplandor anaranjado. El campo estaba en silencio... no se oía el ruido de un motor ni se agitaba el viento alrededor de la extraña máquina.

El niño y la perra se detuvieron con los ojos desorbitados. Miraban el extraño artefacto circular detenido en el espacio, tan cerca y tan misterioso, sin comprender lo que veían.

El primer impulso, cuando se recuperaron, fue echar a correr a todo lo que daban. Pero la curiosidad de un niño y la lealtad de un perro son más fuertes que el miedo. Paso a paso, el niño y el perro se aproximaron, como hipnotizados, al platillo volador que descansaba junto a la copa de la encina.

Cuando estaban a quince metros del plato, uno de los rayos anaranjados cambió de color, tornándose de un azul muy intenso. Un silbido agudo cruzó el aire y quedó vibrando en las ramas de la encina. La Mariposa cayó al suelo como muerta, y el niño se tapó los oídos con las manos. Cuando el silbido se detuvo, Juancho quedó tambaleándose como borracho.

En la semi-oscuridad del anochecer, vio acercarse un objeto brillante. Sus ojos se abrieron como dos huevos fritos cuando vio lo que avanzaba: era un Hombre de Plata. Muy poco más grande que el niño, enteramente plateado, como si estuviera vestido en papel de aluminio, y una cabeza redonda sin boca, nariz ni orejas, pero con dos inmensos ojos que parecían anteojos de hombre-rana.
texto secundario
Juancho trató de huir, pero no pudo mover ni un músculo. Su cuerpo estaba paralizado, como si lo hubieran amarrado con hilos invisibles. Aterrorizado, cubierto de sudor frío y con un grito de pavor atascado en la garganta, Juancho vio acercarse al Hombre de Plata, que avanzaba muy lentamente, flotando a treinta centímetros del suelo.

Juancho no sintió la voz del Hombre de Plata, pero de alguna manera supo que él le estaba hablando. Era como si estuviera adivinando sus palabras, o como si las hubiera soñado y sólo las estuviera recordando.

—Amigo... Amigo... Soy amigo... no temas, no tengas miedo, soy tu amigo...

Poquito a poco el susto fue abandonando al niño. Vio acercarse al Hombre de Plata, lo vio agacharse y levantar con cuidado y sin esfuerzo a la inconsciente Mariposa, y llegar a su lado con la perra en vilo.

—Amigo... Soy tu amigo... No tengas miedo, no voy a hacerte daño... Soy tu amigo y quiero conocerte... Vengo de lejos, no soy de este planeta... Vengo del espacio... Quiero conocerte solamente...

Las palabras sin voz del Hombre de Plata se metieron sin ruido en la cabeza de Juancho y el niño perdió todo su temor. Haciendo un esfuerzo pudo mover las piernas. El extraño hombrecito plateado estiró una mano y tocó a Juancho en un brazo.

—Ven conmigo... Subamos a mi nave... Quiero conocerte... Soy tu amigo...

Y Juancho, por supuesto, aceptó la invitación. Dio un paso adelante, siempre con la mano del Hombre de Plata en su brazo, y su cuerpo quedó suspendido a unos centímetros del suelo. Estaba pisando el brillo azul que salía del platillo volador, y vio que sin ningún esfuerzo avanzaba con su nuevo amigo y la Mariposa por el rayo, hasta la nave.

Entró a la nave sin que se abrieran puertas. Sintió como si «pasara» a través de las paredes y se encontrara despertando de a poco en el interior de un túnel grande, silencioso, lleno de luz y tibieza.

Sus pies no tocaban el suelo, pero tampoco tenía la sensación de estar flotando.

—Soy de otro planeta... Vengo a conocer la Tierra... Descendí aquí porque parecía un lugar solitario... Pero estoy contento de haberte encontrado... Estoy contento de conocerte... Soy tu amigo...

Así sentía Juancho que le hablaba sin palabras el Hombre de Plata. La Mariposa seguía como muerta, flotando dulcemente en un colchón de luz.

—Soy Juancho Soto. Soy del Fundo La Ensenada. Mi papá es Juan Soto —dijo el niño en un murmullo, pero su voz se escuchó profunda y llena de eco, rebotando en el túnel brillante donde se encontraba.

El Hombre de Plata condujo al niño a través del túnel y pronto se encontró en una habitación circular, amplia y bien iluminada, casi sin muebles ni aparatos. Parecía vacía, aunque llena de misteriosos botones y minúsculas pantallas.

—Este es un platillo volador de verdad —dijo Juancho, mirando a su alrededor.

—Sí... Yo quiero conocerte para llevarme una imagen tuya a mi mundo... Pero no quiero asustarte... No quiero que los hombres nos conozcan, porque todavía no están preparados para recibirnos... —decía silenciosamente el Hombre de Plata.

—Yo quiero irme contigo a tu mundo, si quieres llevarme con la Mariposa —dijo Juancho, temblando un poco, pero lleno de curiosidad.

—No puedo llevarte conmigo... Tu cuerpo no resistiría el viaje... Pero quiero llevarme una imagen completa de ti... Déjame estudiarte y conocerte. No voy a hacerte daño. Duérmete tranquilo... No tengas miedo... Duérmete para que yo pueda conocerte...

Juancho sintió un sueño profundo y pesado subirle desde la planta de los pies y, sin esfuerzo alguno, cayó profundamente dormido.


El niño despertó cuando una gota de agua le mojaba la cara. Estaba oscuro y comenzaba a llover. La sombra de la encina se distinguía apenas en la noche, y tenía frío, a pesar del calor que le transmitía la Mariposa dormida debajo de su poncho. Vio que estaba descalzo.

—¡Mariposa! ¡Nos quedamos dormidos! Soñé con... ¡No! ¡No lo soñé! Es cierto, tiene que ser cierto que conocí al Hombre de Plata y estuve en el Platillo Volador —miró a su alrededor, buscando la sombra de la misteriosa nave, pero no vio más que nubes negras. La perra despertó también, se sacudió, miró a su alrededor espantada, y echó a correr en dirección a la luz lejana de la casa de los Soto. Juancho la siguió también, sin pararse a buscar sus viejas botas de agua, y chapoteando en el barro, corrió a potrero abierto hasta su casa.

—¡Cabro de moledera! ¡Adónde te habías metido! —gritó su madre cuando lo vio entrar, enarbolando la cuchara de palo de la cocina sobre la cabeza del niño. ¿Y tus zapatillas de goma? ¡A pata pelada y en la lluvia!

—Andaba en el potrero, cerca de la encina, cuando..., ¡Ay, no me pegue mamita!..., cuando vi al Hombre de Plata y el platillo flotando en el aire, sin alas...

—Ya mujer, déjalo. El cabro se durmió y estuvo soñando. Mañana buscará los zapatos. ¡A tomarse la sopa ahora y a la cama! Mañana hay que madrugar —dijo el padre.

Al día siguiente salieron Juancho y su padre a buscar leña.

—Mira hijo... ¿Quién habrá prendido fuego cerca de la encina? Está todo este pedazo quemado. ¡Qué raro! Yo no vi fuego ni sentí olor a humo... Hicieron una fogata redondita y pareja, como una rueda grande —dijo Juan Soto, examinando el suelo, extrañado.

El pasto se veía chamuscado y la tierra oscura, como si estuviera cubierta de ceniza. El lugar quemado estaba unos centímetros más bajo que el nivel del potrero, como si un peso enorme se hubiera posado sobre la tierra blanda.

Juancho y la Mariposa se acercaron cuidadosamente. El niño buscó en el suelo, escarbando la tierra con un palo.

—¿Qué buscas? —preguntó su padre.

—Mis botas, taita... Pero parece que se las llevó el Hombre de Plata.

El niño sonrió, la perra movió el rabo y Juan Soto se rascó la cabeza extrañado.